martes, 26 de octubre de 2010

Julia vivió dos años en un árbol para salvarlo

Julia permaneció 738 días en sus ramas; sobrevivió al frío, a las tormentas, a la soledad y a las coacciones de la empresa que quería talar el árbol


 Se llama “Luna” y es una secuoya de casi 70 metros de altura y más de mil años de antigüedad. Una compañía maderera, la Pacific Lumber, tenía previsto talar el árbol, así como otros magníficos ejemplares de su misma especie que pueblan uno de los más hermosos bosques de California. Julia Hill no estaba dispuesta a consentirlo y se encaramó a lo alto del árbol, que ha sido su casa y amigo durante 738 días, esto, dos largos años. Su increíble historia  se ha convertido en un libro, “El legado de Luna”, un alegato a favor de la Naturaleza y la conservación del medio ambiente.

Julia, a quien en EEUU han bautizado con el sobrenombre de “Butterfly” (mariposa), tiene 25 años y se ha convertido en una heroína en su país. Hasta la gente que, habitualmente, vive despreocupada por las cuestiones medioambientales, le dan la mano con admiración y valoran de forma muy positiva su valor.

Julia se había comprometido a conservar las secuoyas californianas cuando, casi por casualidad, entró en el bosque después de parar en una tienda al lado de la carretera para comprar mostaza. Una vez en el bosque, sintió la grandiosidad de los árboles y la majestuosidad de sus años. Entonces decidió que debía hacer algo por ellos.

La vida de Julia cobró un nuevo significado. Un accidente de tráfico le había causado, tiempo atrás, una pérdida de memoria temporal y la había mantenido casi inmóvil durante un año. Salvar a las secuoyas se convirtió en una llamada espiritual para Julia.

Los conservacionistas californianos tomaron a “Luna” como un símbolo contra las devastadoras prácticas de la tala, después de que las fuertes lluvias causaran un barrizal que arrasó una docena de casas. Julia se unió activamente a las protestas. Un día, uno de los activistas, sentado en un árbol, preguntó a la multitud de simpatizantes: “¿Puede alguien posarse en “Luna”?”. Julia respondió con entusiasmo: “¡Yo lo haré!”. La joven escribe en su libro que “no sabía nada acerca de sentarme en un árbol, pero había venido a hacer algo por el bosque y, finalmente, esto era algo”.  

“¿Tienes alguna experiencia?”, le preguntó el activista. “No, pero soy rápida aprendiendo”, fue su entusiasta respuesta.

El compañero ecologista precisaba una persona que pudiera comprometerse, al menos, cinco años. Ella estuvo de acuerdo y el hombre, indeciso, terminó por aceptar su ofrecimiento. Así empezó una increíble sentada en un árbol gigante que, al principio, Julia creía que no duraría más allá de unas semanas.

Julia tenía entonces 23 años. Subió al árbol y allí estuvo viviendo sobre una plataforma de 2x2 metros, cubierta por una lona. Sobre ella, había otra plataforma, de igual tamaño, que hacía las veces de almacén. Un equipo de apoyo le traía la comida y el agua, al menos, dos veces a la semana. Además, le proporcionaban combustible para su hornillo de camping, el correo, baterías para el teléfono móvil, cintas para el cassette y todo lo que ella necesitara en su retiro voluntario. El equipo de apoyo, igualmente, le retiraba sus desperdicios.

Julia se bañaba con una esponja y rara vez se lavaba las plantas de sus pies, ya que la savia acumulada en ellos le ayudaba a sujetarse mejor cuando trepaba por las ramas.

Dormía unas pocas horas seguidas, siempre que el viento no aullara demasiado fuerte o no balanceara el árbol demasiado. Algunas veces, la tormenta la mantenía en vela durante días y, en esos casos, no veía a otra persona en dos semanas. Por las noches, se arropaba completamente con una manta y sólo dejaba asomar la nariz para respirar. Durante el invierno, se ponía muchas capas de ropa, para así poder conservar mejor el calor corporal.

Julia empleaba la mayor parte de su tiempo escribiendo cartas, poemas, postales de Navidad…leía recortes de prensa y concedía entrevistas de radio a través de su teléfono móvil. Su mensaje siempre se centraba en el mismo punto: los viejos árboles secuoyas no deberían ser talados porque ya sólo quedan un 3% en todo el mundo.

Pasó su 24 cumpleaños hablando por teléfono con su mejor amiga de Arkansas. Siempre habían celebrado juntas sus respectivos cumpleaños y esta vez, aunque en la lejanía y en unas circunstancias tan especiales, no iba a ser distinto.

Mientras tanto, la compañía responsable de la tala de los árboles intentaba minar la moral de Julia y para ello emplearon todo tipo de artimañas. A los pocos meses de iniciar Julia la protesta, la empresa comenzó a acosarla con focos y ruidos constantes, realizados por guardias de seguridad, durante las 24 horas del día. Pensaron que así la harían desistir, pero no lo consiguieron. En cierta ocasión, le enviaron un helicóptero para que, en vuelos bajos, le enviara ráfagas de viento de casi 160 km por hora. Otra de las estratagemas que emplearon fue talar los árboles más próximos a su plataforma, de tal modo que podían romper muchas ramas de “Luna” cuando caían. Julia estaba muy asustada, pero no se doblegó en ningún momento. Finalmente, la compañía suspendió sus prácticas de intimidación.



El “hogar” de Julia, en lo alto de la secuoya, estaba inmerso en un ambiente muy hostil para el ser humano. Julia no estaba nunca realmente en el árbol, porque estaba constantemente expuesta a la lluvia, al granizo, la nieve, e incluso, vientos de invierno de cerca de 140 kilómetros por hora. Más de una vez, Julia habló a “Luna” para darse moral durante las violentas tormentas que duraban horas. “¡No lo haré nunca más!”, se lamentó durante uno de esos temporales. Y rezó.    

“Me agarré a “Luna” y le dije: ¡Luna, estoy aterrorizada, voy a morir!... Y ella ¡me habló! Fue increíble, porque me dijo algo que nadie que estuviera allí podía haber dicho para ayudarme. Dijo: En la tormenta, los árboles tienen permitido balancearse con el viento, Julia…Ahora no es el momento de hacerse fuerte o caerás. ¡Déjate balancear por el viento. Déjalo ir, déjale ir…!”. Julia admite que hablarle a un árbol suena a locura, pero fue el momento de aplacar su soledad y su impotencia durante la tormenta: “Di mi vida al Universo la primera noche- escribe en su diario-. Pedí a Dios que me usara como un buque, así que calculo que tienes que ser muy cuidadosa con lo que pides”.



Julia es hija de un pastor retirado y sabe utilizar sus palabras. Su infancia transcurrió en iglesias y en una caravana que su padre conducía de una ciudad a otra. Estaba acostumbrada a pequeños espacios y a las privaciones, pero todo eso le sirvió para vivir en “Luna”.

Su madre era una mujer muy estricta en el aspecto religioso. Su padre era más liberal y permitía que su hija expresara libremente sus opiniones, siempre y cuando fuera respetuosa al hacerlo. Julia recuerda que su padre le decía que “iba a ir al infierno, lo decía cada día. Gran parte de la predicación de mi padre era aplicar la Biblia a nuestra vida diaria para hacernos mejores personas”.  

Julia lleva esas enseñanzas en el corazón y se considera una persona muy espiritual, pese a que no quiere identificarse con ninguna religión institucional: “Existe una falta de realización en la gente. La sociedad nos ha insensibilizado y nos hace creer que estamos en la Tierra sólo para ganar dinero. Yo era parte de ese sistema. Gané mucho dinero y jamás me sentí completamente realizada”.

Julia había sido modelo y gerente de un restaurante, pero en su interior había un vacío imposible de llenar. Por eso se subió al árbol. Su terquedad natural, dice, es lo que le llevó a perseverar. Julia cree que lo que ha vivido es una prueba palpable de que todos podemos hacer algo diferente, aunque ello nos suponga un periodo de crisis.

“Entiendo que todos estamos gobernados por diferentes valores. Para algunas personas, soy una “hippie” pegándose a un sucio árbol. Pero no entiendo por qué alguien tiene que utilizar una motosierra contra “Luna”. Alguien que quiera talar un árbol como este, debería vivir primero dos años en él”, explicó Julia a los periodistas, nada más descender del árbol. Ese fue un día muy emotivo. Julia, que había descendido poco a poco por sus ramas y su enorme tronco de tres metros de diámetro, cayó de rodillas sobre el suelo y besó al gigantesco secuoya que durante dos años la acogió entre sus majestuosas ramas.

El objetivo de Julia es conseguir ciudades más verdes para mejorar la salud humana. “Deberíamos trabajar para crear productos reciclados, usar energías alternativas, como la solar, reducir el uso de pesticidas y desechos de consumo, y fabricar productos de papel obtenidos del cáñamo, que tarda seis meses en crecer; en lugar de los árboles, que tardan 20 años”, comenta Julia.

Julia está soltera y el matrimonio no entra en sus planes, aunque espera pasar su vida con alguien con quien le una “un vínculo sagrado”. Tampoco quiere niños: “Hay demasiados niños ya aquí. Adoptaría hermanos”, dice. Su activismo ecologista no desembocará en una carrera política. Cuando se lo comentamos, Julia ríe, traviesa, y responde: “Me veo más como investigadora privada para denunciar la corrupción del Gobierno. Trato de ser efectiva”.

Inicialmente, su aventura debía de haber durado cinco años, pero ecologistas y empresa llegaron a acuerdo, según el cual “Luna” no será talado y se conservará igualmente una franja  de tierra de unos 70 metros, a cambio de un pago de 50.000 dólares a la empresa. El dinero será donado a una universidad cercana para la investigación científica. Los beneficios del libro de Julia Hill estarán destinados a la “Circle of Life Foundation”, el grupo medioambiental, sin ánimo de lucro, que ha creado la joven para salvaguardar los árboles.
  



[Libro] El Niño de los Caballos


Título: El Niño de los Caballos

Autor: Rupert Isaacson

Editorial: Urano

Lo que dice la editorial: Cuando tenía tres años, a Rowan le fue diagnosticado autismo. Ni las terapias, ni el programa de educación especial, ni la desintoxicación alimentaria producían ninguna mejora en él. Nada… salvo una yegua, Betsy, con la que el niño empieza a desarrollar un curioso vínculo, y los cantos de los chamanes. La corazonada de que la unión entre caballos y chamanismo podría ayudar a Rowan inspira al padre un sueño loco: llevar a su hijo a lomos de un caballo por las inhóspitas montañas de Mongolia, de chamán en chamán, de sanador en sanador, bañarlo en las aguas sagradas… porque si en algún lugar del mundo se puede obrar el milagro es allí, en la taiga, donde el primer caballo fue domesticado hace tres mil años, donde nació la palabra “chamán, el que cura”.

Con unas cuantas monturas y una destartalada furgoneta como único medio de transporte, Isaacson y su familia emprenden el viaje más extraño de su vida por imponentes parajes hacia las tribus de pastores de renos, todo un desafío en pos de un chamán que tal vez pueda hacer realidad su visión. Impregnado de sencillez y verdad, el testimonio de Rupert Isaacson es el de un padre capaz de llegar al fin del mundo por su hijo, una lección de fe inconmovible y, por encima de todo, una inspiración para todos nosotros. Su asombrosa aventura prueba que incluso en los momentos de absoluta oscuridad, cuando todo parece perdido, podemos emprender un viaje dentro y fuera de nosotros mismos que nos conduzca más allá de la razón, a un lugar donde lo inesperado aún es posible.

Mi opinión personal:  Si te apetece leer un libro diferente, si te gustan las aventuras y los personajes pintorescos, si aprecias la magia de la vida y de la naturaleza, estoy segura de que este libro te encantará.
Hace unos años, leí por casualidad en una revista el reportaje que narraba de forma resumida lo que se cuenta en este libro, así que cuando lo vi en la librería no lo podía dejar escapar.
No voy a entrar en especulaciones sobre el cómo y el por qué, lo único que se puede colegir de esta historia-totalmente real- es que un niño autista, que sufría intensos berrinches y tormentas neurológicas, no era capaz de hacer amigos ni de ir solo al baño con casi seis años; después de entrar en contacto con la naturaleza salvaje y remota de Mongolia y sus caballos y de asistir a varios rituales chamánicos, en menos de treinta horas es capaz de hacer solo sus necesidades, entre otros cambios sorprendentes en su vida.
Le doy una nota de un 8 sobre sobre 10.

Aquí tenéis la página por si queréis más información:  http://www.elchicodeloscaballos.com/ 

Responsabilidades

"No permitáis que nadie pase por alto la carga de su responsabilidad. Mientras tantos animales sigan siendo maltratados, mientras los lamentos de los animales sedientos en los vagones de carga se enmudezcan, mientras tanta brutalidad en nuestros mataderos permanezca, todos seremos culpables. Cada cosa que vive tiene valor como ser vivo, como una de las manifestaciones del misterio de esta vida."   Albert Schweitzer

miércoles, 13 de octubre de 2010

Despierta

Me gustaría compartir con vosotros el prólogo del libro Conciencia del maestro Osho, pues a mi parecer son muy acertadas sus palabras, a ver qué pensáis vosotros. ¡Con amor! :-)



 Una de las cosas más importantes que hay que entender del hombre es que el hombre está dormido. Aun cuando cree que está despierto, no lo está. Su estado de vigilia es muy frágil; su es­tado de vigilia es tan insignificante que carece por completo de importancia. Su vigilia es sólo una bonita palabra, pero totalmente vacía.
Uno duerme de noche, duerme de día... desde el nacimiento hasta la muerte, uno va cambiando sus pautas de sueño; pero nun­ca llega a despertar de verdad. Sólo porque hayas abierto los ojos, no te engañes a ti mismo pensando que estás despierto. A menos que se te abran los ojos interiores, a menos que tu interior se lle­ne de luz, a menos que puedas verte a ti mismo, ver quién eres... no creas que estás despierto. Esa es la mayor ilusión en la que vive el hombre. Y si uno se convence de que está verdaderamente des­pierto, entonces ya no tiene sentido hacer ningún esfuerzo por despertar.
Lo primero que debes grabarte bien en el corazón es que estás dormido, completamente dormido. Estás soñando, un día tras otro. A veces sueñas con los ojos abiertos y otras veces con los ojos ce­rrados, pero estás soñando... tú mismo eres un sueño. Todavía no eres una realidad.
Por supuesto, cualquier cosa que hagas en un sueño carece de sentido. Cualquier cosa que pienses es insustancial; cualquier cosa que proyectes seguirá formando parte de tus sueños y nunca te permitirá ver la realidad. Por eso todos los budas han insistido en una única cosa: ¡Despierta! Continuamente, a lo largo de los siglos, todas sus enseñanzas se pueden resumir en una sola frase: debes despertar. Y para ello han ideado métodos, estrategias, han creado contextos y espacios y campos de energía en los que un choque te puede hacer despertar.
Sí, a menos que sufras un choque que te sacuda de arriba a aba­jo, no despertarás. El sueño ha durado tanto que ha llegado al cen­tro mismo de tu ser; estás empapado en él. Cada célula de tu cuer­po y cada fibra de tu mente se han llenado de sueño. No es un fenómeno de poca monta. Por eso se necesita un gran esfuerzo para mantenerse alerta, atento, vigilante. Para convertirse en un testigo.
Si hay una cuestión en la que es­tán de acuerdo todos los budas del mundo, es esta: Que el hombre, tal como es, está dormido y debería des­pertar. El despertar es el objetivo y el despertar es la esencia de todas sus  enseñanzas. Zaratustra, Lao Tzu, Jesús, Buda, Bahauddin, Kabir, Nanak...  todos los despiertos han enseñado una única lección. En diferentes idiomas, con diferentes metáforas, pero su canción es la misma. Así como el mar tiene un sabor salado, ya se prue­be por el norte o por el sur, por el este o por el oeste, el sabor de la condición búdica es el estado de vigilia.
Pero si sigues creyendo que ya es­tás despierto, no harás ningún esfuer­zo. Te parecerá que no tiene sentido hacer esfuerzo alguno. ¿Para qué molestarse?
Y habéis creado religiones, dioses, oraciones, ritos, sacados de los sueños. Vuestros dioses son parte de vuestros sueños, como todo lo demás. Vuestra política es parte de vuestros sueños, vuestras re­ligiones son parte de vuestros sueños, vuestra poesía, vuestra pin­tura, vuestro arte... todo lo que hacéis. Como estáis dormidos, ha­céis cosas según vuestro estado mental.
Vuestros dioses no pueden ser diferentes de vosotros. ¿Quién los va a crear? ¿Quién les dará cuerpo, forma y color? Vosotros los creáis, vosotros los esculpís; tienen ojos como los vuestros, nari­ces como las vuestras... ¡y mentes como las vuestras! El Dios del Antiguo Testamento dice: «Soy un Dios muy celoso.» Vamos a ver: ¿quién ha creado este Dios tan celoso? Dios no puede ser ce­loso, y si Dios es celoso, entonces ¿qué tiene de malo ser celoso? Si hasta Dios es celoso, ¿por qué tú habrías de pensar que estás haciendo algo malo cuando sientes celos? ¡Los celos son algo di­vino!
El Dios del Antiguo Testamento dice: «Soy un Dios muy coléri­co. Si no cumplís mis mandamientos, os destruiré. Os arrojaré al fuego del infierno para toda la eternidad. Y como soy celoso, sigue diciendo Dios, no debéis adorar a nadie más. No puedo tolerar­lo. ¿Quién creó semejante Dios? Esta imagen tuvo que crearse a partir de nuestros propios celos, de nuestra propia cólera. Es una proyección, una sombra nuestra. Un eco del hombre y de nadie más. Y lo mismo se puede decir de todos los dioses de todas las religiones.
Por eso Buda nunca hablaba de Dios. «¿Qué sentido tiene ha­blarle de Dios a gente que está dormida? Escucharán en sueños. So­ñarán con lo que se les diga y crearán sus propios dioses que serán completamente falsos, completamente absurdos. Es mejor prescindir de tales dioses.»
Por eso a Buda no le interesa hablar de dioses. Lo único que le interesa es despertaros.
Se dice que un maestro budista iluminado estaba sentado una tarde a la orilla de un río, disfrutando del sonido del agua, del soni­do del viento que pasaba a través de las hojas. Se le acercó un hom­bre y le preguntó:
-¿Puedes decirme en una sola palabra la esencia de tu religión
El maestro permaneció callado, en silencio absoluto, como si no hubiera oído la pregunta. El hombre insistió:
-¿Estás sordo o qué?
El maestro dijo:
-He oído tu pregunta y la he respondido. El silencio es la res­puesta. He permanecido en silencio. Esa pausa, ese intervalo, era mi respuesta:
El hombre dijo:
-No puedo entender una respuesta tan misteriosa. ¿No puedes ser un poco más claro?
Entonces el maestro escribió en la arena con el dedo la palabra
«Meditación» en letras pequeñas.       
 -Eso puedo leerlo -dijo el hombre-. Esto es algo mejor que lo del principio. Al menos tengo una palabra sobre la que reflexionar. Pero ¿no puedes decirlo un poco más claro?
El maestro volvió a escribir «MEDITACIÓN», pero esta vez en letras más grandes. El hombre se sentía un poco incómodo, desconcerta­do, ofendido, irritado.
-¿Otra vez escribes «meditación»? ¿No puedes decírmelo más
claro?
Y el maestro escribió en letras mayúsculas muy grandes «ME­DITACIÓN».
-Me parece que estás loco -dijo el hombre.
-Ya he descendido mucho -dijo el maestro-. La primera res­puesta era la respuesta correcta, la segunda no era tan correcta, la tercera estaba aún más equivocada, la cuarta era ya muy incorrec­ta... porque cuando escribes «MEDITACIÓN» en letras mayúsculas, creas con ello un dios.
Por eso la palabra Dios se escribe con D mayúscula. Cada vez que quieres que algo sea supremo, definitivo, lo escribes con ma­yúscula.
-Ya he cometido un pecado -dijo el maestro. Borró todas las palabras que había escrito y dijo-: Por favor, escucha mi primera respuesta. Sólo con ella te he dicho la verdad.
El silencio es el espacio en el que uno despierta, y la mente ruidosa es el espacio en el que uno permanece dormido. Si tu mente continúa parloteando, estás dormido. Si te sientas en silencio, si la mente desaparece y puedes oír el canto de los pájaros y no hay mente en tu in­terior, un silencio... este silbido del pájaro, este gorjeo, y ninguna mente funcionando dentro de tu cabeza, silencio total... entonces la concien­cia aflora en ti. No viene de fuera, surge dentro de ti, crece en ti. Por lo de­más, recuerda: estás dormido.



domingo, 3 de octubre de 2010

Todos somos Uno, Uno somos Todos


[Aprovecho esta entrada para recordar que he estrenado la columna de Disturbio]

[...] Si desarrollásemos nuestra conciencia colectiva, podríamos llegar a identificarnos con nuestros semejantes igual que con nosotros mismos. Con ello superaríamos nuestra separación y experimentaríamos la compenetración con todo y con todos. 
Parece que en nuestro interior existe una capacidad de resonancia que compartimos con todos los seres humanos, que nos permite reaccionar a todos al mismo tiempo. Sheldrake lo denomina campo morfogenético. Encontrar la entrada a dicho campo supone un paso importante en el desarrollo. Si encontramos el acceso a ese ámbito, dejaremos de ser esclavos de nuestras ideas e intenciones egocéntricas y sentiremos junto con todos los seres. [Willis Jäger, Sabiduría de Occidente y Oriente

Segunda temporada del programa de misterio "La Puerta del Más Allá"


Después de nuestra exitosa primera temporada, en la que tuvimos el placer de entrevistar a gente de la talla de Sol Blanco Soler o Albert Salvadó, volvemos a partir del 17 de septiembre con más investigaciones en directo, más sorpresas, más ilusión, más entrevistas y sobre todo más MISTERIO, porque para eso es nuestra pasión.

Ya sabes, todos los viernes a partir de las 22:30 H. de la noche en Otura Fm (99.1 de la frecuencia modulada en Granada). También nos puedes escuchar desde nuestra página web en cualquier lugar del mundo:  http://programalapuertadelmasalla.tk/

Este año volveremos a clausurar el Festival de Cine de Terror de la ciudad de Peligros el próximo día 31 de octubre, donde daremos una conferencia y resolveremos vuestras dudas sobre todo lo relacionado con el mundo del misterio y vuestros casos personales.

Por último mandar un fuerte abrazo a los dos nuevos miembros de La Puerta que se embarcan en esta aventura, Eli y Gastón; desde aquí muchas gracias por vuestro interés, seriedad y amistad.

Recordad que todos los viernes esperamos vuestras llamadas sobre cualquier inquietud, sugerencia o duda que tengáis sobre todos estos temas y cómo no, si conocéis un caso "paranormal" o lo estáis viviendo en vuestros propios hogares, nosotros nos ofrecemos a investigarlo. 

Gracias a todos los que nos habéis apoyado hasta ahora y nos acompañáis las noches de los viernes. Porque el mundo, la Vida en su plenitud, es un misterio.  

Investigación en el Cortijo Jurado

El cortijo Jurado se alza como un capitolio en un altozano a la entrada del municipio malagueño de Campanillas, en el valle que forman los ríos Guadalhorce y Campanillas.



 No es mi intención relatar la extensa historia de esta casona, que la tiene, porque me gustaría centrarme en nuestra investigación, no obstante daré unos apuntes para los que se acerquen por primera vez a este apasionante caso.

No se dispone de datos oficiales, pero se estima que este elegante cortijo fue levantado a mediados del siglo XIX, y desde entonces ha pasado por las manos de marqueses, médicos y demás personajes de alto abolengo. El inmueble, de estilo gótico anglosajón y con 365 ventanas exactamente, actualmente pertenece al Grupo Mirador de Campanillas S. A., que desde hace unos años planea la construcción de un complejo hotelero, en el que cumpliría el papel de recepción. Actualmente las obras permanecen paradas completamente, según las últimas noticias que tenemos, por falta de fondos.

La leyenda negra del cortijo Jurado gira en torno a los supuestos asesinatos que se cometieron allí cuando era propiedad de la familia Heredia en el subsótano que se encuentra debajo del sótano al que se accede por la cocina. Serían los vástagos de Manuel Agustín Heredia (conocido empresario malagueño oriundo de La Rioja), Tomás y Manuel, los que -siempre supuestamente- engatusarían a varias jovencitas para después someterlas a crueles rituales y vejaciones y asesinarlas finalmente. Se ha especulado mucho con este subsótano, de forma que se cuenta que de él partían varios túneles por los que podrían deshacerse de los cadáveres llevándolos hasta el río, e incluso que conectarían con el vecino cortijo de Colmenares, perteneciente antaño al marqués de Larios.


Aquí debemos detenernos y hacer un inciso, y es que, según se cuenta, la familia Heredia era practicante de la masonería, y a la sazón no se permitía el enterramiento en el cementerio de personas ajenas al catolicismo. Y es que de hecho, en la iglesia San Agustín de Málaga, que también era propiedad de esta familia por aquel entonces, se encontraron hace pocos años cuerpos momificados que según dicen pertenecen a los Heredia. Así pues, ¿utilizarían estos túneles como mausoleo familiar?



Pero continuemos. Según los anales policiales oficiales de la época, entre los años 1890 y 1920 aparecieron los cuerpos de cinco jovencitas en el río que linda con el cortijo. ¿Casualidad? Lo cierto es que los lugareños siempre han hablado de más niñas secuestradas. Durante el siglo XIX estaban en boga toda una serie de liturgias y ritos masónicos a los que sólo se permitía acceder a la burguesía, sobre todo en países como Francia o Inglaterra, donde Tomás y Manuel cursaron sus estudios.

En la red se puede consultar en testimonio de Manuel Martín, que asegura haber estado en eses túneles, al igual que el de otra persona que asegura que en el vecino cortijo Colmenares antes citado se encontraron momias, pero no hay ninguna noticia  ni fuente oficial que testifique ambas afirmaciones. El agujero que daba acceso al subsótano, el cual se encuentra en el patio cerca de la entrada a la capilla, está tapado a cal y canto desde hace años, lo cual no hace más darle misterio al asunto.


Ahora volvamos al año 2010. Desde hace años se vienen comentando en los círculos de aficionados a la Parapsicología los extraños fenómenos que tienen lugar en el cortijo Jurado. Presencias invisibles, extrañas señales en la fotos, golpes de origen desconocido...Así pues, un cálido día de septiembre los grupos de investigaciones paranormales La Puerta del Más Allá y GIPMU (Grupo de Investigaciones Paranormales de Murcia) nos disponemos a pasar una noche allí para vivir nuestra propia experiencia e intentar captar lo imposible. Nos acompañan Crisitna, sensitiva, y Gastón, médium, ambos miembros de La Puerta del Más Allá, que intentarán aportarnos información de la que nosotros normalmente no vemos ni sentimos.

Por la tarde y con luz del día hemos estado inspeccionando y reconociendo el terreno para no llevarnos sorpresas desagradables al caer la noche, ya que el lugar lamentablemente se encuentra en avanzado estado ruinoso. También charlamos con el vigilante de la finca, que nos asegura que la existencia de los famosos túneles es una falacia, y nos jura y nos perjura que él ha estado pasando las noches allí durante tres décadas y nunca ha presenciado nada fuera de lo normal.

Mientras nos dispersamos por las distintas estancias, inopinadamente me sale Gastóm al paso, al parecer en estado de trance, mientras sube las escaleras del torreón-mirador. Llama a Cristina para comentarle lo que está viendo y seguidamente subimos nosotros. Según nos cuenta Gastón, en la habitación que hay a la derecha de las escaleras escondían a las muchachas antes de hacerles algo "malo". A lo alto del todo no se puede subir porque amenaza derrumbe, así que nos quedamos justo abajo. Allí es donde minutos antes Gastón y Cristina han visto congregarse  una cantidad ingente de avispas en un punto concreto de las vigas, han hecho una foto y les ha aparecido un orbe que se asemeja a un rostro humano.

Ya abajo, en la habitación de la campana gigante, Gastón puede ver a un hombre en una esquina; éste le dice que se llama Miguel y que estuvo trabajando en el cortijo. La presencia no se muestra hosca hacia nosotros. En el sótano, Gastón avista algo de nuevo, esta vez se trata de una niña que pide reunirse con Miguel, así que accedemos a llevarla a la habitación donde espera el otro ente.

Son varias las muchachas jóvenes que Gastón afirma ver durante la investigación, una de ellas, bien parecida, le dice que le va a enseñar la casa y lo conduce justamente hasta donde habíamos entrado: el portón que comunica el patio con el exterior.

Cuando nos encontrábamos grabando una sesión psicofónica en la capilla, Gastón presiente con fuerza que hay cuerpos enterrados debajo, y Cristina siente molestias dolorosas en la cabeza.

Por lo demás, ninguno del resto que nos encontrábamos allí vimos ni sentimos nada raro, salvo los consabidos orbes y algún crujido que a juzgar por el estado de la estructura podría provenir de cualquier cosa. Los distintos detectores tampoco registraron nada extraño, al igual que las grabaciones de audio.

Ahora mismo nos encontramos recopilando material histórico y periodístico entre otros, con el fin de cotejar leyenda y realidad del cortijo y así poder colegir la conclusión pertinente a la investigación, aunque no descartamos volver otro día para continuar investigando.

NOTA IMPORTANTE: no se puede realizar ninguna visita ni investigación en el cortijo Jurado sin el pertinente permiso, así como desaconsejamos totalmente entrar en el inmueble sin previo conocimiento del mismo debido al mal estado en el que se encuentra (ya han acontecido desagradables accidentes por este motivo).